WoW - Por ganar: Crímenes de guerra

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¿Sueñas con asistir al juicio de Garrosh? Hoy te ofrecemos la oportunidad de ganar 4 novelas Crímenes de guerra por Christie Golden, publicado por Panini Books.

Se acabó

Extracto del capítulo 12

Todavía quedaba algo de tiempo antes de que se reanudara el juicio. Sylvanas siempre se reflejaba mejor en su propio reino, en Entrañas, bajo sus cielos bajos, rodeada de los fieles Renegados que lideraba. Dejaría que ellos y su hogar la inspiraran. Fue a buscar a Yu Fei, el mago asignado a la corte, y le exigió un portal.



Apenas había terminado de susurrar su hechizo cuando una imagen de Entrañas apareció frente a ella. Al mismo tiempo, un pandaren desconocido corrió hacia ella.

"Lady Sylvanas", dijo. ¡Perdóname, pero me pidieron que te entregara esto! Dejó un rollo de pergamino y un pequeño paquete envuelto en una tela azul, antes de retroceder apresuradamente e inclinarse. Sylvanas apenas tuvo tiempo de abrir la boca para preguntar por el autor del mensaje cuando el aire comenzó a centellear a su alrededor y se encontró en sus habitaciones.

Estos últimos eran austeros y correspondían más a un lugar de paso. Sylvanas Brisaveloz ya no necesitaba dormir per se, aunque a veces venía a estos lugares para estar sola y pensar. Tenía poco: una cama con pesadas cortinas negras, un escritorio con velas y un juego de escritura, un sillón, un estante con algunos libros y un surtido de armas exhibidas en las paredes, al alcance de la mano. En esta nueva existencia, no necesitaba mucho más y no había ocultado casi nada de su antigua vida.



Sylvanas, curiosa y sospechosa, examinó el pergamino con atención. No percibió ninguna magia, ni una pista que pudiera haberla hecho temer al veneno. Estaba sellado con cera roja, pero no tenía escudo. Sylvanas luego examinó el paquete y notó que el lino azul no era nada especial y que se podía obtener fácilmente en la mayoría de las ciudades importantes. Sacudió suavemente el paquete y escuchó un sonido sordo en el interior. Se acomodó en su suave colchón, se quitó los guantes y rompió el sello con una uña afilada.

La letra era elegante, el mensaje conciso.

Solíamos estar del mismo lado.

Quizás podríamos serlo de nuevo.

Sylvanas frunció el ceño pensativamente, tratando de adivinar la identidad del remitente por decir lo menos misterioso. No reconoció esta caligrafía, pero sin embargo le resultaba familiar. La lista de personas que se habían vuelto en su contra, o la habían desafiado, era bastante larga. Divertida, desempacó la tela y abrió la caja de madera del interior.

Su pecho se apretó y soltó el objeto como si la hubiera mordido.

La banshee miró su contenido por un momento antes de levantarse y dar unos pasos vacilantes hacia su escritorio. Con dedos temblorosos, abrió un cajón. Allí, olvidado durante años, estaban las últimas piezas de su pasado. Apenas algunas baratijas: cartas de una década antes, puntas de flechas que habían derribado a enemigos importantes, algunas otras baratijas; los vestigios de una vida.

Y una pequeña caja.

Una parte de ella le suplicó que deslizara este nuevo regalo con el resto, girara la llave y dejara de pensar en ello. Nada bueno saldría de eso. Sin emabargo…



Con la caja en la palma de su mano, Sylvanas regresó a su cama. Con inusual gentileza, levantó la tapa y miró dentro. Un aventurero había descubierto este objeto, unos años antes, entre las ruinas de la flecha donde había caído. Se lo había enviado. En ese momento, los recuerdos que él evocó casi la habían destrozado; este era todavía el caso hoy.


Era una gema tan pequeña y simple, pero decir que tenía tanto control sobre la Reina Banshee ... Sylvanas agarró el collar, dejando que el frío metal se acomodara en su mano, y miró la palpitante piedra azul que lo decoraba. Con cuidado, lo puso junto al que acababa de recibir.

Solo el color de las gemas los diferenciaba. El suyo era un zafiro y éste un rubí. Sylvanas también sabía que las inscripciones no eran las mismas. Ella abrió el de ella.

Para Sylvanas. Siempre te amaré, Alleria.

Alleria ... el segundo Brisaveloz se fue. Primero fue su hermano Lirath, el más joven de su familia, y quizás el más brillante. Luego Alleria, a quien habían perdido más allá del Portal Oscuro en Terrallende.

Después…

Sylvanas negó con la cabeza y se recompuso. De sus parientes entre los Brisaveloz, solo conocía a uno que aún respiraba.


Sylvanas abrió el broche de rubí. Sabía perfectamente bien lo que encontraría dentro, pero necesitaba verlo con sus propios ojos.

Para Vereesa. Con todo mi amor, Alleria.

 

Bonne chance!

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